Cuando John Fitzgerald Kennedy aceptó la nominación como candidato a la presidencia de los EE.UU. en la convención nacional demócrata de 1960, en el memorial coliseo de Los Ángeles, utilizó en su discurso la expresión nueva frontera (¨new frontier¨), que se convertiría en el sello que acompañara a sus programas tanto internos como en el extranjero.
En su discurso de aceptación, expuso al país a la nueva frontera que suponía la década de los 60, con oportunidades y peligros desconocidos, pero también con áreas inexploradas en la ciencia y en el espacio. Este mensaje inspiraría los esfuerzos de su administración hacia las estrellas, a través del programa espacial y de la agencia espacial NASA creada por su predecesor Dwight D. Eisenhower, en 1958.
En 1961, Kennedy anunció al Congreso el objetivo: poner a un hombre en la luna antes del final de esa década. En 1962, se dirigió al pueblo americano en el estadio de la Universidad de Rice en Houston, Texas, para recabar su apoyo al programa Apolo que habría de llevar al hombre a la luna: no porque fuera fácil, sino porque era difícil. El sueño, del que este año se cumple el 50 aniversario, se hizo realidad con el Apolo XI el 20 de julio de 1969, cuando Neil Armstrong se convirtió en el primer humano en pisar la luna, junto con Buzz Aldrin; aunque Kennedy no viviría para verlo.
En esta ocasión, nuestras aventuras nos llevan con nuestros Mustangs de paseo en una soleada mañana por la M501 hasta las proximidades de Robledo de Chavela, donde se ubica una parte de la historia de los viajes espaciales y a la que contribuyó la Comunidad de Madrid. En 1964 se construyó este Centro que mantiene el INTA y alberga seis antenas de diferentes diámetros utilizadas para el seguimiento de vehículos y sondas espaciales. El MDSCC forma parte de la red mundial del espacio profundo (DSN) que cuenta con otros dos centros similares en Australia y California, gestionada por el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de Pasadena. Este Complejo jugó un papel determinante en las comunicaciones que habrían de llevar al hombre a la luna.
En nuestra primera parada en el Centro pudimos ver: la sala de exposiciones Marte, que recoge información y materiales interactivos sobre las misiones espaciales y los diferentes planetas que componen el Sistema Solar; la sala Apolo, que hace un recorrido por la historia de la exploración espacial, a través de maquetas y materiales utilizados en las misiones tripuladas; el auditorio Neil Armstrong, donde se proyectaron varios vídeos sobre los programas espaciales. Así como, contemplar la exposición temporal sobre el 40 Aniversario Voyagers; y ver un trozo de roca lunar real llamado Great Scott. Finalizada la visita, reemprendemos camino.
Nuestro viaje por las estrellas tiene su siguiente parada a poco más de 7 km por la M531; una carretera entre árboles, un paseo delicioso, para llegar a un lugar lleno de poesía, el material que da vida a los sueños. Al final del camino, llegamos a Colmenar del Arroyo.
Se trata de un municipio encantador, que se siente orgulloso de su herencia cultural y de su naturaleza. Situado al principio de la sierra oeste de Madrid, con origen en el siglo XI, y parte de la provincia de Madrid desde 1833, sus 1700 habitantes todavía conservan la esencia de los pueblos, donde todo el mundo se conoce y se puede apreciar toda la gama de colores que ofrece la naturaleza.
Nada más entrar en el municipio descubres que el municipio tiene “un yo no sé qué” que lo hace especial. Aparcamos nuestros vehículos en la Plaza de España y lo primero que llama la atención donde mires son las más de cien fachadas encaladas de sus casas, repartidas por todo el municipio, que te contemplan queriendo decirte algo. Lo que dicen es poesía, versos de canciones y frases singulares que provocan una sonrisa y te hacen sentir bien. Una iniciativa que comenzó en el verano de 2013 de la mano de un vecino, Luís Santos, que animó a que el pueblo cubriera sus paredes con trocitos de cultura; además, las primeras frases que se pintaron hacen referencia a la propia singularidad de los vecinos que habitaban las casas. En la actualidad este movimiento colaborativo lo mantiene acción poética y las frases se retocan cada año para que resistan la climatología.
Un paseo por el pueblo deja al descubierto sus tesoros más importantes testigos de su origen. Justo frente a nuestros ponies la iglesia de Nuestra Señora de La Asunción de estilo renacentista, que data de los siglos XVI y XVII; y paseando tras la casa consistorial se pueden ver: el puente de La Fragua del siglo XV; el puente del Caño de dos ojos con arcos de medio punto y de origen románico; el antiguo lavadero; la fuente; y el abrevadero, así como la iglesia de San Vicente, hoy en ruinas.
Tras disfrutar de los tesoros culturales de Colmenar del Arroyo y de su gastronomía, reemprendemos camino de vuelta con una idea en mente: ¡Volveremos!
Queremos agradecer la colaboración inestimable para la realización de este evento a las siguientes personas e instituciones: al Complejode Comunicaciones con el Espacio Profundo de Madrid (MDSCC) – NASA; al Excelentísimo Ayuntamiento de Colmenar del Arroyo, y en especial a su alcaldesa Ana Belén Barbero Martín, por su amabilidad y facilidades al permitir el estacionamiento de nuestros vehículos; así como a los establecimientos Casa Mariano por atendernos tan amablemente en una jornada tan soleada; y al Restaurante Chicote’s por acercar las delicias de su cocina a nuestros paladares. A todos, ¡gracias!
Banda sonora del artículo: en 1968 se publicó “Cerca de las estrellas”, el segundo sencillo del tercer álbum de Los Pekenikes “Alarma”, un tema magistral con aires de psicodelia que nos lleva a un auténtico viaje cósmico. Ya simplemente la foto del disco es espectacular.
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